A mi querida esposa.
Gracias por creer en mí incluso cuando yo he dejado de hacerlo. Por sostenerme mientras me caigo para que la caída duela menos. Por acompañarme en el proceso cada vez que me levanto mientras me permites vivirlo, pero sin dejarme sola.
Gracias a mi querida esposa por recordarme a cada momento que soy más que suficiente.
Gracias por cambiar tus pensamientos cuando creciste con ellos.
Por esa mirada analítica que me recorre cada que no hay coherencia en lo que digo y mis palabras no concuerdan con mis acciones.
Mi querida esposa.
Aunque fue algo que quizás deseé a nivel platónico algún día, precisamente así fue. Jamás pensé que sucedería.
Un día te conocí y simplemente entendí que quería la vida contigo.
Sentí muchísimo miedo por todo lo que vendría, pero algo no iba a permitirme separarme de ti, ese algo era un amor genuino que ni tú ni yo nos esforzamos por desaparecer.
Pero casarnos... Casarnos fue hasta el día de hoy la más clara decisión que he tenido en mi vida.
Hasta el momento luce como una garantía de despertar por las cosquillas de tus cabellos rizados sobre mi mejilla. Una garantía de encontrar también esos cabellitos entre mi ropa cuando me he ido al trabajo, es como llevar una ligera y tierna parte de ti en todo momento.
Impregnarme de tu, literalmente, dulce aroma aunque te hayas ido.
Casarme contigo es saber que elegí danzar con un alma diferente a la mía y que aunque algunas veces perdamos el ritmo, trabajaremos por encontrarlo para seguir danzando.
Es recordar que no todo es superficial, sino que estaremos juntas en cada momento difícil y necesario. Que te cuidaré con gusto cuando tu salud no sea plena, y me sostendrás entre tus brazos cuando la dicha tome vacaciones. Curaremos nuestras heridas y aprenderemos de esta vida juntas.
Significa que no importa lo que haya allá afuera. Elegí quererte primero a ti, escucharte primero a ti y cuidarte primero a ti que a cualquier otra persona que pueda estar ahí afuera por el mundo.
Significa entender la verdadera libertad y bajo todo su entendimiento seguir apostando por ella.
Yo no pretendo retarte, porque retos tenemos allá afuera, yo sólo pretendo cuidarte y redundantemente amarte, en cualquiera o todas de las maneras que tu corazón lo necesite.
Querida esposa, he al fin entendido dónde radica tu belleza, pero seguiré paseando cautivada por las ramificaciones de tu ser.
Querida esposa, te amo y no hay día que pretenda ni siquiera jugar a olvidarlo.
Comentarios
Publicar un comentario